Marea.

Somos dos extraños que se buscan  perpetuos,

Es el sol el que a mi piel quema y la marea de tu cuerpo la que me anhela,

Al ritmo de los tambores, los corazones orquestan,

El viento que me despeina y a mis ojos y a mis labios los desenfrena,

El mar, el dulce mar, siendo tú mi marea yo me hundiré para ser sirena.

El extraño .

De no querer probarlo,

Tan apetitoso y a la vez tan  imposible,

Tan imperfecto,

El extraño se acerca al fin de este pueblo,

Cada Mujer goza con su mirada,

Ojos negros perlados,

Labios  de poeta,

Cuerpo esbelto, cabello también negro,

La sonrisa más angelical y buscada,

Se acercó a mi puerta al verme tan desigual,

El extraño invadió mi mayor secreto y del mismo se apoderó,

Tantas noches a su lado dormí, desnudo a mi boca  siempre le fue fiel,

Creo que nunca fui más feliz,

Ayer me ha dejado,  se ha marchado dejando los momentos congelados,

Llorando siempre recordaré a ese hermoso extraño,

El extraño  con las perlas más negras y eternas viviendo en su rostro imperfecto.

Agonía .

Del perfume de los naranjos hacia el lecho de tus labios,

Suavemente te estoy llamando,

Despertar es una agonía,

Eterna  agonía,

No es placentera,

Una herida creciendo en mi débil cuerpo,

Soy invisible a los ojos que desconozco,

Vagabunda  en el deseo,

Palmas heladas,

Agonía,

Lagrimas perpetuas y saladas,

Busco el abrazo  hacia mis brazos incompletos,

Noches y mañanas solitarias,

Sin descanso,

Creciendo adentro tengo este peso,

La cadena que mi espíritu cuelga,

El amor que tanto anhelo es un soplo en el viento,

El soplo de mi veneno forzudo de esta agonía,

La más eterna agonía.

Sueña que eres libre

Sueña que eres libre como el sol en cada mañana,

Sueña que eres libre bajo el viento sobre los sauces,

Enciende tus ojos y verás como se iluminan,

Sueña que eres libre como el brillo de la luna llena,

Sueña que eres libre como las flores que nacen en el camposanto,

Despacio, muy despacio,

Aliméntate del deseo y baila en su centro,

Sueña que lo lograrás, porque algún día, lo harás realidad.

La osadía del Jinete solitario.

Puños y coraza de hierro,

En su caballo cubierto de fuego,

Muchas hablan de su procedencia,

Del infierno ha venido Cabalgando,

Un jinete del Apocalipsis parece,

Pero viaja solo, con la fuerza del acero,

No hay damisela que no le tema,

Acecha, acecha en busca de una boca para alimentarse,

La osadía del Jinete solitario,

Una mujer, solo una mujer, se ha dejado probar y jamás regresó,

Nadie la volvió a ver, tampoco al otro ser,

El cielo volvió a su más pura luz,

Todo ha vuelto a ser normal,

A esa Mujer la bebió entera y se la llevó donde el azufre habita,

Y aquí termina la historia de la osadía del Jinete solitario.

Lila

La más pálida y suave piel entre los cabellos más enredados,

Dos diamantes verdes y muy claros,

Se llamaba Lila y amaba las flores silvestres,

Sonreía con cada brisa de verano y se alimentaba con la misma lluvia,

Coronitas de margaritas encima de su cabeza,

Racimos de uvas en sus manos,

Cantando y danzando, Lila se bañaba en pureza y belleza,

Una niña disfrazada de mujer,

Pero fue cuando en esa mirada se perdió,

En esos ojos de fuego enfermo,

Se dejó atrapar por aquel ser extraño,

Sus padres absortos, la buscaron sin cesar,

Lila Jamás regresó,

Aquella belleza y pureza se convirtieron en polvo,

Lila se mece eterna entre las flores más silvestres

El portarretrato

 

Encerrado se encuentra en la oscuridad,

 Exhibiéndose está,

El portarretrato,

El más antiguo y fino,

Contiene vida dentro,

Una foto añejada con el tiempo,

El rostro de un Hombre con luz en los ojos,

Mudo en el recuerdo,

Sin voz, sin gestos,

Muere cada día un poco más, dentro de aquel portarretrato,

La imagen peregrina,

Su color ya está desgastado,

El hombre ya no existe,

Solo una mancha,

La mancha guardada dentro de aquel portarretrato,

Un retrato eternamente ausente.

Derrotado

 

Ahoga tus penas en mis labios,

Soy el alimento para tu llanto,

No te sientas derrotado,

Te entrego mis manos,

Tu carne en mi cuerpo,

En este calor te protejo,

No te sientas derrotado,

Mi tiempo ahora es tu tiempo,

Cierra los ojos y duerme tranquilo,

A mi lado nunca te sentirás derrotado.

Las caderas de aquella Mujer

Era tan joven y perdido cuando la vio en el camino,

Meneando su cuerpo vestida de amarillo y de labios rojos pintados,

 Las caderas de aquella Mujer,

 Nacieron dentro de él miles de flores y sensaciones,

 La siguió,

Cada tarde al salir del colegio,

Seguía las caderas de aquella Mujer,

Finalmente se descubrieron los dos,

Lo invitó a pasar y ante él se desnudó,

Caderas anchas, esa dulce carne pudo poseer,

Todos los días los encuentros eran su aventura preferida,

Las caderas de aquella Mujer,

La piel ardiendo de ambos, derretían paredes,

Él, un joven muchacho, Ella, una Mujer madura,

Con el tiempo creció y la dejó,

Ella con las lágrimas más gruesas ya no era su Mujer,

Sus labios arrugados y sus caderas ya no eran las mismas.

 Un juego de juventud fue para él, solo un juego de excitación,

 Las caderas de aquella Mujer.

Aquél Humo

                  El humo que conservo añejo de tu ya olvidado cuerpo,

Mantengo en silencio tus dulces marcas,

Aquél humo aún lo retengo en mi memoria,

Tus labios sonriendo y tus ojos ardiendo,

Tu rostro y todo el placer eran mi consuelo,

Ya no habrá más demoras,

Aquél humo para siempre se ha ido,

Siempre te recordaré sonriendo y siendo mío.

Búsqueda

Ella busca alimentarse de otra piel,

Busca deseo en otro cuerpo,

Corazón ardiendo,

Fuego placentero,

Busca esos ojos tan lejos,

Búsqueda,

Se hace eterna la espera,

No lo encuentra,

¿Brillará en la oscuridad?

Búsqueda,

Alimento,

Busca ese alimento para su propio cuerpo.

Labios intensos y poderosos,

¿Convivirá con su imaginación por mucho tiempo más?