Somos dos extraños
que se buscan perpetuos,
Es el sol el que a mi piel
quema y la marea de tu cuerpo la que me anhela,
Al ritmo de los tambores,
los corazones orquestan,
El viento que me despeina
y a mis ojos y a mis labios los desenfrena,
El mar, el dulce mar,
siendo tú mi marea yo me hundiré para ser sirena.

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