sábado, 22 de marzo de 2014

Las caderas de aquella Mujer






Era tan joven y perdido cuando la vio en el camino,
Meneando su cuerpo vestida de amarillo y de labios rojos pintados,
 Las caderas de aquella Mujer,
 Nacieron dentro de él miles de flores y sensaciones,
 La siguió,
Cada tarde al salir del colegio,
Seguía las caderas de aquella Mujer,
Finalmente se descubrieron los dos,
Lo invitó a pasar y ante él se desnudó,
Caderas anchas, esa dulce carne pudo poseer,
Todos los días los encuentros eran su aventura preferida,
Las caderas de aquella Mujer,
La piel ardiendo de ambos, derretían paredes,
Él, un joven muchacho, Ella, una Mujer madura,
Con el tiempo creció y la dejó,
Ella con las lágrimas más gruesas ya no era su Mujer,
Sus labios arrugados y sus caderas ya no eran las mismas.
 Un juego de juventud fue para él, solo un juego de excitación,

 Las caderas de aquella Mujer.

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