No son espinas,
Un toque de néctar
que paraliza,
Armonía en
brillantina,
Fuego en la dulzura
más pura de esa entrepierna,
De almíbar se
deshacen esas bocas,
Un manantial de amor
voraz,
Los amantes enjuagan
las viejas penas,
Alimentándose todas
las noches,
Y que belleza más
plena me provoca,
Un día llegar a ser
su fruta prohibida.

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