Ensordecida

Ensordecida se arrastra hacia el mar,

Buscando lo que no le trajo la marea,

Se sentía inerte en  tierra,

Espíritu que deambula,

Ensordecida,

Mujer que nunca perdió,

Tampoco recibió,

Pero si dió,

Sus pasos la perseguían ante tanta soledad,

Ensordecida,

Ya no se reconocía,

Una mancha ante los espejos,

Solo corrió y corrió,

Y al agua se entregó para limpiar tanto dolor,

En la espuma su cuerpo se perdió,

Con cada tormenta puedo escuchar su voz pidiendo perdón.

Son Placeres

Son placeres,

De carne y de rojas marcas,

Sublime el aire alertándome el suspiro,

No me alcanza el aliento,

Son placeres,

Violentos, frescos,

Aquella lejana castidad viene a proclamarme,

Caliente el cuerpo me encorvo hacia el testigo,

Abriendo las piernas lo proclamo,

Desgarres del  vestido de satén en sus manos,

Vuelco mi placer a su antojo,

He obtenido el elixir del diablo,

Tan solo,

Son placeres.

Fruta prohibida

No son espinas,

Un toque de néctar que paraliza,

Armonía en brillantina,

Fuego en la dulzura más pura de esa entrepierna,

De almíbar se deshacen esas bocas,

Un manantial de amor voraz,

Los amantes enjuagan las viejas penas,

Alimentándose todas las noches,

Y que belleza más plena me provoca,

Un día llegar a ser su fruta prohibida. 

Cenizas

Cubren a los  pálidos cuerpos,

Cenizas,

Cenizas en los cabellos, en los huesos,

Quemando los ojos,

El cielo se presenta como el infierno,

Tanto lamento traen estas cenizas,

Un árbol llora su temprana muerte,

Cenizas,

 No traen esperanza,

Al fuego no le importa la carne ni el pequeño brote,

Me desperté sin flores esta mañana,

Solo vi del cielo caer, cenizas negras por mi ventana.